Con la cantidad de homicidios, robos, extorsiones, asaltos y
amenazas, sumado a ello las escenas
dantescas que se nos presentan, resulta interesante plantearse esta interrogante
y pues hay que saber diferenciar cada uno de los conceptos y comprender el alcance que tiene y las
conductas que abarcan para despejar y dilucidar si nuestra sociedad es violenta
o agresiva.
La agresividad es una tendencia innata, las personas
conllevan naturalmente lo agresivo, como se dice que el ser humano al igual que
los animales somos agresivo por naturaleza, la agresividad puede darse entre
las mismas especies, como es el caso de las personas, que puede ser en la
mayoría de los casos defensiva y se puede manifestar de forma ofensiva.
La violencia es similar a la agresividad, pero en niveles
superiores a esta, ya que se da cuando existe la intención de lesionar, herir,
matar y perjudicar a las demás personas, si bien es cierto, agresividad y
violencia no es lo mismo, una lleva a la otra, pues como se ha mencionado
anteriormente, las personas somos agresivas de forma innata, cuando se superan
los límites de agresividad caemos en una violencia cuando no se tiene una
racionalidad de los actos que realizamos ni de las consecuencias que
acarrearíamos con las acciones.
La agresividad es cuidar y cuidarse, defender y defenderse,
proteger y protegerse, es un patrón que hasta cierto punto mantiene una
distancia y establece una brecha entre las garantías de convivencia entre la
sociedad.
En nuestro país, la agresividad natural, se está
convirtiendo por las condiciones antes expuestas, en violencia, puesto que la
paranoia reinante entre cada una de las personas comunes, que no poseen posiciones ni estratos que nos permiten
acceder a mayores garantías de seguridad particular, que nos vemos en la única
alternativa existente en la seguridad pública, en los que debemos a diario
transitar por las calles de l ciudad, o movilizarnos mediante el transporte
público de pasajeros, estamos expuestos a cruzar el umbral de la agresividad
hasta la violencia.
Pese a los más de 10 asesinatos diarios en nuestro país, a
los miles de delincuentes que imperan y delinquen a diario, el porcentaje de ellos es mínimo y
la cantidad es relativamente baja, si se compara con el grueso de la población
salvadoreña, que aspira alcanzar un cambio que le permita vivir tranquilamente
y desarrollarse en una sociedad pacifica.
Es por ello que concluyendo y despejando la interrogante, los
salvadoreños somos agresivos pero además somos violentos, puestos que la
agresividad innata, sumado al estrés
existente a las imágenes y noticias que se nos presentan, a los niveles de
intolerancia existente, es un mínimo de condiciones las que se requieren para
que cualquier persona se convierta en violenta.
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