miércoles, 6 de junio de 2012

El Salvador y su Arte del siglo XXI


En los años de existencia del arte, su desarrollo y expansión se ha venido modificando, debiendo evolucionar para mantener su auge, con la llegada del siglo XXI, y la evolución de los diferentes sectores sociales y culturales, ha derivado que el arte ha debido modernizarse y ampliar sus corrientes para mantenerse actualizado.

Tres principales derivantes del arte del siglo XXI, las enmarca la Instalación, el performance y el arte móvil, corrientes que cumplen junto a las demás artes actuales con los elementos básicos de irreverencia, alto contraste y alternatividad.

¿Cuántas veces hemos visitado el centro comercial Metrocentro?, ¿En cuantas ocasiones nos hemos acercado para hacer alguna compra, realizar un trámite o simplemente para cambiar la rutina?.

Pues en ese concurrido centro comercial, de los mejores de la región, existe un claro, quizá el mejor ejemplo del Arte del siglo XXI “la Instalación”, pues en la intersección del bulevar de los Héroes y la calle los Andes, cinco letras que aducen el centro comercial, con la abreviatura con el que las personas popularmente lo conocen y que acorta su nombre oficial METRO.


Las letras de aproximadamente 3 metros, pintadas de rojo, pertenecen a la INSTALACION, ya que fue elaborada con materiales industriales, los que sobraron de la construcción de una etapa nueva del lugar.

Otro claro ejemplo de la Instalación lo encontramos en China, en el Estadio Olímpico, conocido como el Nido, ya que su estructura fue edificada con vigas entrecruzadas, que al igual que METRO, utilizaron materiales industriales para su construcción.

Siempre dentro de las artes del siglo XXI, encontramos el performance, corriente artística que tuvo su auge en los años 90, y que representa una muestra escénica, en ocasiones se encuentra presente la improvisación, factor que contribuye y que caracteriza a la corriente, ya que provoca asombro y admiración entre los presentes.

Para realizar el performance, debe haber publico que aprecie el momento justo en que se está creando la obra, Marlon Díaz, conocido artísticamente como Maco, es un caricaturista que trabaja en vivo recorre playas y centros turísticos para retratar de forma peculiar a sus clientes, donde no falta la presencia del publico que observa y admira su trabajo, la que es una forma de expresar humor de todo tipo.

Una práctica extranjera que ya ha cobrado auge en nuestro país, es el flatland, que consiste en realizar presentaciones y hacer maniobras con una bicicleta, la práctica y el publico hacen que pertenezca al performance, ya que es un arte creante, posee público y las hazañas se realizan una vez.


En nuestro país, además existe la  creación de las alfombras en la Semana Santa, en ocasiones, sus diseños originales y particulares le hacen participes de esta corriente, al igual que las esculturas que se realizan con la arena de las playas.

Mientras que el Arte Móvil, es otra expresión artística del siglo XXI,  y no es más que objetos cotidianos, que se mueven y deben desplazarse por todas partes y es donde se les ha plasmado un arte peciuliar.

En nuestro país, Renacho Melgar, es un artista que ejecuta mucho el arte móvil, dentro de sus obras figuran carretones de minutas, cajas de lustradores de zapatos, en este medio de expresión le sirve para plasmar su forma particular de plasmar su concepto de arte.



Otras muestras del arte móvil lo encontramos en el transporte colectivo, ya que hay unidades, que mediante la pintura, adornan las carrocerías de algunas unidades, métodos que les da la libertad de poder colocar cuanta cosa se le ocurra ponerle al propietario.



Tanto el performance, la Instalación, y el arte móvil, son corrientes que forman parte del arte del siglo XXI, y que representan una nueva propuesta, un nuevo arte para atraer más artistas y más admiradores, lo cual servirá para en un futuro, atraer mas artistas y lograr de esa forma poder expandir la 
cultura.  

lunes, 4 de junio de 2012

Todos somos del Art Camp

Durante años, algunos hemos crecido viendo algún vecino, un familiar, un amigo o al visitar algún negocio, inclusive en nuestra propia casa, de un arte que a simple vista, o al verle detenidamente goza de un gusto incomprendido.

Una vez, en una clase de Historia del arte escuche del art Camp, y es donde comprendí que el arte no necesariamente debe gustar a todos, años atrás, escuche una frase que se me impregnó en la memoria y que hoy les comparto: “para los ignorantes es pérdida de tiempo, para los conocedores es arte, para los artistas es la vida”.

Pero inclusive, luego de escudriñar y analizar la frase, es cuando comprendí que el arte es un medio de expresión que no necesariamente debe gustar a todos, basta que su creador se sienta satisfecho, que se sienta lleno y pleno, para que esa creación sea su preciada obra.

Y es así, que descubrí lo que para mucho es una “decoración” carente de gusto, de estética o elegancia, pero para su creador significa haber plasmado su visión particular, su forma única de visualizar algo, su manera peculiar de impregnar su originalidad en un lugar que en que se sienten amos y señores para hacer, deshacer y  para disponer a su gusto y antojo.

El art camp, es un arte que surgió al evolucionarse el barroco español que fuese transmitido en tiempos de la colonia, y que cuenta con evidentes influencias francesas, centroamericanas, norteamericanas, continuando su evolución, hasta llegar a convertirse en el art camp.

En una vivienda de una populosa colonia de San Salvador, cuelga de la pared de la sala, una secuencia de diplomas, algunos adquiridos por uno de sus hijos que ostenta un título universitario, y que le anteceden los obtenidos por sus diferentes hermanos en su educación media, primaria, parvularia y cualquier otro reconocimiento que se les otorgó, inclusive, se divisa una fotografía, donde uno de ellos se fotografió posando con un diploma que está contiguo a la imagen.


Cada cierto tiempo, cuando se limpian las telarañas o el polvo acumulado, se varia el orden y la posición de cada uno de los diplomas que decoran la casa, por orden cronológico, por grupo de niveles, un sector exclusivo para una secuencia de títulos, en fin, no hay un orden u alineación estipulada, tal cual la imaginación de la precursora de la familia, que disfruta impregnando su arte al organizar y armonizar  sus más preciados tesoros.


En otra vivienda del mismo sector, como división de las casas construidas como “sala-comedor” la  división de estos sectores es una juguetera, cuyo cajón principal, que se encuentra cubierto de un cristal y, que según los vendedores es para colocar los objetos más preciados y delicados, está cubierto por una cantidad incontable de recuerdos de todo tipo y toda ocasión, bautizos, baby shower, novenarios, bodas, quince años, y toda celebración a la que la creadora haya asistido, está atesorado en la vitrina de su chinero.




Su “cuidadora” muestra y conoce cada uno de las piezas existentes, tal cual una coleccionista que guarda y cuida celosamente cada una de sus adquisiciones, que exhibe a sus visitantes y espera seguir aumentando su grupo de recuerdos.

Cada una de ellas, a su manera, a su criterio particular, se han convertido en exponentes del art camp, del arte incomprendido, cuestionado, inclusive inaceptado para aquellos que desconocen que lo que observan en cada una de estas casas es una evidente muestra del art camp.   
    
Cada medio de expresión, en este caso el de ambas viviendas, y a las que se les suman, un gran número de pupuserías, que para adornar impregnan sus negocios de una variedad de adornos y accesorios, de los cuales cuidan minuciosamente las posiciones que llevarán, el contraste de sus colores y el lugar que cada objeto dispondrá.

Todo ello debe llevarnos a la conclusión, que en materia de orden y decoración, cada una de las decisiones que seguimos, del porque de las cosas que hacemos, el orden que les damos, es porque somos influenciados en pequeña, mediana o gran medida por tendencias o corrientes artísticas que nos definen y guían las acciones que realizamos.